Nuestra esperanza de gloria

by | August 26, 2010

¿Qué es esperanza? ¿Qué significa tener esperanza? La respuesta a estas preguntas es de vital importancia para cada ser humano. Para muchos, esperanza es simplemente un sentimiento o una idea inspiradora, otros prefieren ni siquiera pensar al respecto pues no ven esperanza alguna para el mundo sino que viven en un continuo pesimismo. Dentro y fuera de la Iglesia hay todo tipo de opiniones al respecto, sin embargo, ¿qué nos dice la Biblia acerca de lo que es verdadera esperanza?

Las Escrituras nos dicen claramente que hay solo UNA esperanza futura verdadera (Ef. 4:4), la cual es el centro de nuestra fe apostólica. Nuestra esperanza es que Jesús va a regresar a la tierra (Tit. 2:11-13), nos va a resucitar de entre los muertos (Jn. 6:40-54; Hch. 23:6; 24:15) y establecerá su Reino Mesiánico desde Israel (Isa. 9:6-7; Lc. 1:31-35; Rom. 1:1-4), para traer justicia, paz y gozo a las naciones (Isa. 42:1-4). Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios es nuestra esperanza de gloria (Col. 1:27), la gloria de la Resurrección y el Reino venidero.

La Biblia enfatiza la centralidad de esta esperanza, la única esperanza verdadera, en el carácter de los santos que han estado esperando desde el principio por redención, vindicación y la restauración de todas las cosas conforme a su perfección original antes de la caída (Gen. 3:15; 4:25-26; 5:22; Judas 14-15; Hch. 19-21; Rom. 8:18-25). Esta esperanza es por lo tanto el corazón mismo de la Iglesia en oración que clama noche y día por la salvación que el Señor Jesús llevará a cabo el Día de su regreso. Es el corazón del Espíritu y la Esposa que clama en el fin del siglo, "¡Ven, Señor Jesús! (Ap. 22:17).

Sin embargo, para muchos cristianos hoy en día, tener nuestra esperanza puesta COMPLETAMENTE (1 Ped. 1:13) en el regreso de Jesús a la tierra, no es algo práctico sino que alegan que desconecta a la gente de la realidad actual, y peor aún, que produciría incredulidad y falta de oración en el presente. ¡Nada más lejos de la realidad! La verdadera fe apostólica está arraigada en esta esperanza. Hebreos 11:1 nos dice que “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." Luego, en el resto del capítulo vemos una lista de hombres y mujeres que perseveraron en su fe a través de grandes pruebas, esperando pacientemente por las promesas acerca de la Resurrección y el Reino, y se nos exhorta a hacer lo mismo. Por lo tanto, la verdadera esperanza fortalece la verdadera fe. En lugar de producir incredulidad y falta de oración, produce mayor fe y despierta un gran clamor por el cumplimiento de las promesas que como ya mencioné, están totalmente relacionadas a la Resurrección y Reino venidero de Jesús el Mesías.

A la luz de nuestra esperanza segura (cuando es verdadera esperanza), el regreso de Jesús para establecer su Reino en el Día del Señor, nuestros corazones crecen en urgencia en cuanto a testificar fielmente a los perdidos (Mt. 24:14), en palabra y hecho, acerca de este Día en que su Reino será establecido, con el fin de que no sean destruidos en el juicio de ese Día, sino que sean salvos. De esta manera también les damos verdadera esperanza a los pobres y oprimidos a través de estas buenas noticias (el evangelio).

Es urgente que ocurra una gran reforma en la Iglesia, en la que llamemos a los santos a volver su mirada a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe, y que pongamos nuestra esperanza en El y en su Reino venidero solamente, confiando de que El y sólo El traerá justicia, paz y gozo a las naciones. Esto cambiará radicalmente el entendimiento y la expresión del cristianismo en esta generación y nos preparará para las pruebas y tribulaciones del fin del siglo, mientras aguardamos la esperanza bendita y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús (Tit. 2:13).