El Diablo: “el traficante”

by | March 2, 2011

El DIABLO: “EL TRAFICANTE”

“Tú me has dado también el escudo de tu salvación; tu diestra me sostiene, y tu benevolencia me engrandece. Tú me has dado también el escudo de tu salvación; tu diestra me sostiene, y tu benevolencia me engrandece.” (Sal. 18:35-36)

1975

Era el año 1975. Estaba en una colina, en una casa deteriorada, sucia y llena de cucarachas; estaba en el baño y el olor de licor rancio y lavado de ropa sucio lleno de humedad era suficiente para hacerte enfermar. Estaba con algunos adultos. Atamos una correa en mi brazo e introduje una jeringuilla llena de PCO (THC) en mis venas. Solo tenía 12 años. Era la última de las hijas nacida en una familia grande. Habíamos acabado de pasar un año en el que tragedias nos habían visitado. Yo no tuve padre. Tuve una madre que estuvo siempre ausente, y mi destino eran las calles. Vagaba por el vecindario y las calles y estaba con personas mayores que yo, eran peligrosos y siempre listos para educarme en lo que necesitaba saber para sobrevivir.

Todos los días, siempre estaba en las nubes usando THC; y cuando tenía 13 años, me di una sobredosis en el asiento trasero de un auto. Robábamos autos, asaltábamos casas y tomábamos todo lo que no estuviese clavado al muro. Éramos traficantes de drogas a los 14 años: vendiendo THC, marihuana, anfetamina y cocaína. Bebíamos cualquier clase de alcohol que pudiéramos robar. Tuve mi primer bebe a los 15, y a los 16 Era una completa adicta a las drogas. Era una drogadicta.

A los 17 años, me echaron de las calles, y terminé viviendo en mi auto con un hijo de 1 año. Mientras más dolor sentía

mas drogas usaba yéndome a las nubes otra vez. Ese mismo año tuve mi primer caso de delito grave por falsificación de documentos. Comencé a circular con un grupo completamente diferente y conocí a este hombre que me enseño como “inyectarme.” Yo aprendí rápido si ibas a ser uno que de los se inyecta a si mismo, no podías depender de nadie que pudiera hacerlo por ti en el juego. Este fue el elemento que ayudó a sellar mi destino. Por los últimos 12 años, el hoyo se hizo profundo y oscuro. Éramos ladrones, asaltantes, y no nos importaba quien salía herido en el camino. Vivíamos en un mundo donde las mujeres eran golpeadas hasta el sometimiento y los tiroteos ocurrían regularmente.

Éramos traficantes de drogas y administrábamos casas para el uso de ellas en la ciudad. No estábamos vendiendo solamente metadona y cocaína, estábamos adictos a ellas y usábamos grandes cantidades de las mismas. Nos quedábamos desvelados al mismo tiempo por semanas, solo para perder el conocimiento, despertar y comenzar otra vez con lo mismo. Teníamos acceso a toda clase de productos farmacéuticos que quisiéramos.

Nuestras puertas fueron irrumpidas por la policía más veces de las que pueden ser contadas, dejando a menudo a nuestros niños completamente traumatizados. Las Unidades de Robo y Narcóticos estaban siempre poniéndonos órdenes de juicio, y estábamos en primera lista con el fiador de fianza. Muchos de nuestros compañeros se perdieron en las calles. Terminaban en restos de carros y accidentes de motocicletas. Bajo sobredosis. Se ahorcaban. Acuchillados hasta morir. Golpeados hasta morir. Acribillados y asesinados. Los que fueron lo bastante afortunados para seguir viviendo están tras las rejas.

En 1983, me casé con un hombre que me enseño a inyectarme. Tuvimos tres niños más. Nuestros niños crecieron en una casa de almacenamiento de drogas. Vieron personas inyectándose y fumando crack. Estaban abandonados. Fueron rechazados, y fueron testigos de cosas que ningún par de ojos debió haber visto jamás. Esos años estaban llenos de dolor. Fueron llenos de abuso. Fueron difíciles. Pasaron rápido.  Si usted no puede soportar una pistola apuntada a su cabeza, o el ver a alguien ser golpeado casi hasta la muerte sin usted poder decir nada manteniendo una cara seria, se encuentra en el trabajo equivocado. En cualquier momento que usted entraba a una casa u hotel para hacer su transacción de drogas, podía haber una gran pantalla enseñando pornografía. Tenían años experimentando con armas, violencia, y asesinato. Estaban Llenos de adulterio y aborto, más drogas y más sufrimiento.

Éramos adictos a la metanfetamina; y si alguna vez alguno ha sido adicto, le dirían que la más adictiva era la jeringa – nueva, usada, sacada de la basura, no importaba. Estábamos en adicción y no podíamos salir. Éramos drogadictos.

27 años.

“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros”–declara el SEÑOR– “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11)

En medio del caos, el dolor y la adicción, el Señor Jesús llamaba mi nombre. Tenía una familia que estaba intercediendo por mí. Simplemente no tenían más opción. Uno de mis hermanos mayores tuvo un sueño; y en ese sueño se le fue dada la siguiente información, “Comienza a pedir misericordia por tu hermana, o permitiré al diablo que haga lo que desee.” La misma noche mientras él estaba teniendo este sueño, yo estaba en una persecución de autos, conduciendo a 90 millas por hora en la carretera principal. Uno de los autos rodo. Dos autos fueron desastre total, pero salí con vida. Después que mi hermano conto ese sueño, en el silencio de mi alma, comencé a rogarle a Dios por salvación. Yo tenía jeringas colgando de mi brazo, pero no cambiaba nada. Mis pensamientos eran, “Si solo pudiera acercarme a Tí, Dios…por favor ayúdame.”

“En mi angustia invoqué al SEÑOR, y clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor delante de El llegó a sus oídos.” (Sal. 18:6)

En octubre de 1989, me encontraba en la Cárcel Jackson County por firmar cheques robados. Estuve suficiente tiempo ahí como para estar completamente sobria, y tener una de las cosas más raras y maravillosas sucediéndome en la vida. Tuve un sueño. Tuve lo que me gusta llamar el primer encuentro donde sabía que Dios me estaba prestando atención. Sin ir a los detalles del sueño, comprendí que estaba diciéndome, “Una presencia, muy, muy maligna esta persiguiéndote en forma de drogas. Pero escuché tu oración y vine a tí. Haré una ruta de escape para ti. Y cuando lo haga, debes decirme ‘Sí’ en humildad.” Cuando desperté, no tenía idea de lo que significaba, pero supe que Él era un Dios que escucha y que contesta las plegarias. Ahí mismo en la celda me puse de rodillas e hice la encomienda de escuchar su venida.

“18 Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el SEÑOR fue mi sostén. 19 También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí.” (Sal. 18:18-19)

Comprenda que salí de allí esposada, y entré en las drogas por cuatro meses más. En enero de 1990, en mi tiempo de servicio en la cárcel, mi esposo fue al servicio de la iglesia, y el hombre que estaba predicando dijo que el diablo era el traficante de drogas. Dijo que el diablo Era el trafagador. Era la primera vez que mi esposo había escuchado algo como eso. Cuando el hombre hizo el llamado a pasar adelante, mi esposo pasó y el Espíritu de Dios sopló a traves de él, y fue liberado de toda droga, y jamás las volvió a tocar. Fue completamente libre. Estuvo en la cárcel por 30 días más. Fue días antes de haber sido dejado en libertad que me inyecte metanfetamina en mis brazos por la ultima vez. El Señor la quito de ambos. En los cuatro meses mientras continuaba en las drogas, Al pensar en aquellos tiempos, me doy cuenta que el Señor me estaba Enseñando algo lo cual es la base de mi jornada espiritual.

“9 Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 “Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.” 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador.” 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.” (Lucas 18:9-14)

El Señor comenzó a mostrarme que no eran las drogas las que me mandaban al infierno. Era el hecho de que yo me rehusaba a aceptar Su gracia y perdón y ponía mi confianza en mí misma libremente. Él no nos quiere usando drogas, pero eso es secundario en comparación al verdadero problema, el cual es:  Que somos pecadores en busca de un Salvador. Las drogas son del enemigo. El diablo es el contrabandista. Nos roba, nos hiere y nos deja vacios. El cobrador de las drogas (adicto a ellas) admite sus debilidades y comprende que es un pecador que necesita a Jesús. El clamor de su corazón es, “Soy un pecador,” y lo justifica ante Dios causando que sus plegarias lleguen a los oídos del Señor. No son las drogas ni su estado de vida lo que lo lleva al Infierno. Es el rehusarse a aceptar a Jesús como Su Salvador.

“15 para que todo aquel que cree, tenga en El vida eterna. 19 Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas.” (Juan 3:15,19)

Las drogas y el estilo de vida son el fruto del servicio al diablo. Mi esposo, Ray, y yo nos salvamos ese año mientras estábamos en la cárcel. Dios nos visitó a ambos en dos lugares diferentes mientras estábamos tras las rejas. Ese es el milagro de Dios. Sin embargo, por tener cargos pendientes tuvimos que servir un tiempo en la prisión. Habíamos hecho tanto en el reino del enemigo que el camino a la salida se había alargado, y a veces parecía que no tenía fin.

Han pasado 19 años desde que Él me liberto de la vida en las calles. Ahora, mi vida está llena del testimonio de la abundancia de Jesús. Él dice, “Vine a dar vida, y vida en abundancia.” Restauró mi matrimonio. Hemos permanecido juntos por 30 años. Criamos nuestros hijos, y pudimos darle una vida radicalmente transformada. Aunque a veces fue fuerte, y no siempre fue bonito (por el fruto de lo que cultivamos); ha sido un momento de redención. La vida de nuestros hijos está dando fruto en devoción. Nos hicimos líderes en la iglesia, y tuvimos la oportunidad de regresar a las celdas y a las calles para ministrar sobre Jesús a los quebrantados. Dios nos ha dado gracia para sacar a muchos fuera de las profundidades llevándolos a la salvación. Su intención es nunca, jamás dejar atrás un amigo caído. Anhela  usarte. Su deleite esta en usted.

“Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.”

(Ro. 8:19)

Como parte de nuestro ministerio, estamos orando y creyendo en un avivamiento nacional, para que el poder de Dios irrumpa en las ciudades de América. Si usted es adicto a drogas, y esta leyendo esto ahora…

DETENGASE

Deje lo que esta haciendo y recite la oración de Salvación. Él lo aceptará ahí donde usted se encuentra.

“…si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo… porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO.” (Ro. 10:9,13.)

Arrepiéntase.

La Biblia dice que el arrepentirse significa tornarse. Algunas veces liberaciones instantáneas suceden, como le sucedió

a mi esposo. A veces es una lucha difícil como me sucedió a mí, por 4 meses. Los animo a hacer una rutina diaria en su vida en clamor por su salvación. Hágalo hasta que encuentre la respuesta. Recuerde la historia del cobrador de drogas. Haga el compromiso de hacerlo por los próximos 90 días. Drogado o no, no tiene importancia. El no lo abandonará. Todas las peticiones son contestadas en Él.

Vaya a una iglesia que siga a Jesús. No importa si es extraña, o si se siente incomodo. Manténgase en ella. Debe entrar en este ambiente. No sea corto de mente. Dios tiene un plan, y lo llevará al lugar donde desea que usted esté. Y de ese lugar lo moverá a otro. Perdone al que usted necesite perdonar, y entre en un centro de apoyo o consejería, o alguna persona que pueda ayudarle.

Encuentre a alguien y dígale que usted se convirtió al cristianismo. Necesita encontrar a alguien con quien pueda Caminar fuera de esto.

“32 Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33 Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 10:32-33)

Lea su Biblia cada día. Comience a sosegarse. Para un adicto, una de las cosas más difíciles es mantenerse tranquilo.

“¡Calla delante del Señor DIOS!” (Sofonías 1:7)

Debemos practicar esto y formar este nuevo hábito de sosegarse orando ante el Señor. El ruido, el chaos y el drama se van y el Espíritu Santo de convicción le ayuda a cambiar y dirigirle. Discierna y rompa relaciones destructivas departe del enemigo. ¡Debe hacerlo! Esto no es negociable.

NO

No vuelva a sus amigos narco traficantes o a sus amigos alcohólicos predicando de Jesús mientras usted participa de lo que están haciendo yéndose a las nubes. Es un mal testimonio y no hay nada peor que un predicador borracho tratando de decirle a la gente lo que tienen que hacer. Humíllese, y deje que Dios le dirija. Muchas veces, logran más cosas que usted cuando se trata del evangelio y tratarán de arrebatárselo.

La Biblia dice: “ 6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos…” (Mateo 7:6)

A menudo, esto abre puertas a lo negativo y a la duda. Apacígüese un momento y deje que Dios tome el mando de todo. Le animo a que de su testimonio. Es sabio hacerlo bajo la presencia de personas que lo estén aconsejando, como

líderes espirituales. Solo trate de mantenerse alejado de escenas conocidas. Si usted tiene que regresar, esté firme; y manténgase envuelto en la comunidad de la iglesia. No se envuelva con otras relaciones y no tome decisiones rápidas envolviendo sus relaciones actuales. Muchas veces las personas toman malas decisiones de acuerdo al matrimonio y se divorcian arrepintiéndose después. Tome 5 meses y conozca quien realmente es usted. No se apresure. No entre en las drogas después que ha sido librado de ellas ni diga que Dios no lo ha hecho salvo. Tome responsabilidad de sus acciones. Nunca saldrá victorioso si no tiene dominio propio. Si ha cometido una equivocación, entonces vuelva a comenzar y siga luchando. Si desea escribirnos o contactarnos:

Ray y Lisa Stribling

Hope City

3535 Red Bride

Kansas City, MO.

64137

lisastribling@ihopkc.org

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