La exaltación del Señor solamente

by | July 12, 2011

¡Métete en la roca, y escóndete en el polvo ante el terror del SEÑOR y el esplendor de su majestad! Los ojos del altivo serán humillados y la arrogancia humana será doblegada. ¡En aquel día sólo el SEÑOR será exaltado! – Isaías 2:10-11

Se acerca el gran Día cuando literalmente TODA rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra y debajo de la tierra se doblará, y TODA lengua confesará que SÓLO el Señor es Dios, que SÓLO Él es digno de alabanza. Todo ídolo en la mente y el corazón de los hombres, y todo hombre que se haya exaltado «serán humillados». Por mucho tiempo Dios ha sido paciente con Israel y las naciones de la tierra, pero el tiempo de amnistía pronto acabará, y el Señor revelará su gloria como el único Dios verdadero por medio de su gran salvación y sus terribles juicios en el Día del Señor. Es por esta razón que es llamado el Día del Señor, porque Él y sólo Él será exaltado en ese Día.

Para poder entender el movimiento de adoración y oración noche y día tanto ahora como en el fin del siglo, tenemos que ver claramente que la meta final de Dios en todas las cosas es su propia gloria. Existimos para exaltarlo a Él, y Él desea ser adorado en la tierra como es adorado en los cielos. El hecho de que el concepto de un movimiento global de adoración se vea usualmente con indiferencia e incredulidad revela: 1) Cuán profundamente desconectados estamos del propósito final de Dios; 2) Cuán gravemente malentendemos aquello para lo que el hombre fue creado; 3) Cuán poco celo tenemos por su nombre (su reputación como el único Dios).

Actualmente la tierra está dominada por un desprecio descarado hacia la gloria de Cristo. El Dios hermoso que creó todas las cosas y sostiene todas las cosas por su Palabra, es olvidado, ignorado, desobedecido y blasfemado día y noche en las ciudades de la tierra. El preguntar «¿Por qué un movimiento de adoración?» es, en esencia, contemplar este atroz atropello del nombre de Jesús y no ver la necesidad de que algo cambie (Hch. 17:16-31).

La implacable deshonra y difamación de Aquel que decimos que es tan precioso para nosotros debería ser una constante provocación en lo profundo de nuestra alma. En lugar de eso apenas somos perturbados – la ausencia de estima por su gloria en las naciones nos causa poco dolor y no provoca tal indignación. Pero si estamos viendo correctamente deberíamos mirar a las naciones y clamar «¡Vuélvanse de los ídolos vanos y adoren al único Dios verdadero, sólo Él es digno de toda gloria!». Esto debería llenarnos de celo y pasión por Él, y hacernos vivir sacrificadamente en pos de la propagación del evangelio en las ciudades de la tierra. La propagación poderosa del evangelio ES el corazón del movimiento global de adoración y oración, por medio del cual somos llamados a adorar y alabar al único Dios verdadero y a orar y prepararnos para ese gran Día en que sólo Él será exaltado (Is. 42:10-13).

Al tornarnos de nuestro propio corazón para contemplar el suyo, encontramos un torrente de celo en lugar de apatía. La pasión de Dios por su gloria arde intensamente y el mundo no está girando sin rumbo alguno hacia el futuro. La idolatría rampante y pomposa que llena la tierra es una atrocidad ante los ojos del Señor. Él está agresivamente comprometido con la dignidad de Cristo, con el fin de que Él sea exaltado como es debido. Todo lo que es exaltado o estimado por el hombre en la actualidad, aún muchas cosas dentro de la iglesia, es aborrecible ante los ojos del Señor precisamente porque sólo Él debería ser grandemente exaltado por el hombre (Lc. 16:15). Dios ha establecido un día en el cual su gloria y su nombre solamente serán reverenciados y exaltados en la tierra (Hab. 2:14; Sal. 46:10; 148:13).

El extremo contraste entre la condición actual de la tierra y la imparable exaltación global de Dios solamente debería hacer que temblemos porque ésta requerirá un sacudimiento mundial inimaginable. Él se levantará y sacudirá todo lo que pueda ser sacudido (Is. 2:17-19). La consecuencia de esta radical aclaración será que los hombres lo amen totalmente o lo odien totalmente. La auto-revelación sin precedentes de Dios en el Día del Señor removerá toda neutralidad y sólo Él será exaltado – sea por la amorosa y reverente adoración de todos los que se arrepientan o por su rápido juicio de todos aquellos que lo resistan. Se acerca el día cuando todas las naciones adorarán a Jehová. A lo largo de toda la tierra, gente real con corazones palpitantes y aliento en sus pulmones cantarán (Sal. 22:27; 66:1-4; 67:3-4, 7; 86:9; 138:4-5).