Orar diariamente

by | January 4, 2010

Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo.  Salmo 27:4

El Salmo 27:4 describe la prioridad en la vida de David como un hombre conforme al corazón de Dios (1Sam. 13:14). Su vida estaba centrada en una cosa: estar en la casa del Señor todos los días para contemplar Su hermosura y meditar en Su templo. David era un hombre fascinado con la belleza de Jesús y aunque era un rey con muchas responsabilidades, lo más importante para el era encontrarse con el Señor a través de un estilo de vida de oración, ayuno y meditación en su Palabra. Como parte de su lista de oración, el le pedía a Dios que le diera gracia para poder entregarse a El diariamente a través de este estilo de vida. David le pedía al Señor que lo ayudara a mantenerse enfocado en esa única cosa.

Lo que motivaba y atraía a David a este lugar de intimidad y encuentro era la realidad de la hermosura de Jesús. Para David orar no era un mero deber religioso, sino que era un gran deleite, era un encuentro con una Persona real, la Persona más gloriosa en todo el universo, Dios. Hay tres facetas principales de la hermosura de Dios: la belleza de su Persona, la profundidad de su Personalidad y la grandeza de su Poder. Su persona es la apariencia de Dios como es descrita en la Biblia, incluyendo el lugar de su morada. Podemos ver descripciones de esto en pasajes como Ezequiel 1, Daniel 7, los Evangelios, Apocalipsis 4-5 y 21-22.  Su personalidad tiene que ver con sus emociones y pensamientos, como su amor, compasión, celo e ira, junto con sus planes y propósitos para la creación. La Biblia está llena de descripciones acerca de las emociones de Dios. Podemos llamar a la Biblia el “Diario Personal de Dios” donde conocemos los secretos de su corazón (1 Corintios 2:9-12). Su poder habla de la habilidad de Dios para crear, reinar, salvar, juzgar, restaurar y sanar entre muchas otras de sus actividades como Creador y Rey del universo.

Como David, podemos cultivar una vida diaria de oración y meditación en la Palabra centrada en “una cosa”, la hermosura del Señor. Solo está realidad sostendrá nuestro corazón a lo largo de años de oración placentera y nos mantendrá libres de una actitud religiosa en la que tratamos de convencer a Dios y a los hombres de cuán consagrados somos. Para esto necesitamos orar como Pablo y pedirle al Padre que nos dé “espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de El, para que los ojos de nuestro corazón sean iluminados” (Efesios 1:17-19). Este es el deseo del Padre, revelarnos su corazón y la belleza de su Hijo Jesús para que le amemos como El lo ama (Juan 17:26) y vivamos con un deseo ardiente de encontrarnos con El en el lugar de oración y tierna devoción. Respondamos al glorioso llamado de habitar en la casa de oración para contemplar la hermosura del Señor.